martes, 30 de abril de 2013

sábado, 27 de abril de 2013

Atando cabos


Una noche de tormenta, hacía cientos de años, se declaró un terrible incendio en el bosque al que Ana y Marcos habían llegado inexplicablemente gracias a las monedas. Tras varios días de incendio, todo quedó arrasado, los animales habían muerto en su mayoría o habían huido.  Los habitantes de aquellas tierras habían temido por sus vidas, nunca antes habían visto un incendio como aquel.
Cuando el fuego se sofocó, el aspecto del bosque era desolador. Humo, cenizas y muerte. Sólo un árbol se había salvado de las llamas. Sólo un árbol permanecía intacto, y nadie podía explicar cómo había sobrevivido a la catástrofe.
Cuando los habitantes del reino llegaron a la pequeña cima donde se encontraba el árbol vieron cinco monedas de oro alineadas a sus pies. Una niña pequeña las recogió y se las llevó al amo del castillo como ofrenda. Desde aquel día fue el árbol sagrado. Comenzaron a hacer ofrendas y rituales de todo tipo alrededor de él. Las cinco monedas encontradas a los pies del árbol, formaron parte del escudo del castillo para recordar siempre el milagro de la vida.
Años más tarde mandaron acuñar otra moneda de un tamaño mayor para que se incluyera en el escudo, y así fue como la riqueza y la prosperidad llegó a esas tierras. Fueron años tranquilos y prósperos.
Con el tiempo, la noticia del milagro se extendió por todo el mundo, y pronto llegaron bárbaros en busca de las monedas. Lucharon por las tierras en las que vivían contra todos los que pretendían arrebatárselas. Después de muchos años de constantes batallas, epidemias, muertes y pobreza, decidieron firmar la paz, pero el precio fue  ceder la mitad del reino y las cinco monedas de oro que formaban parte del escudo, y que según la leyenda, eran mágicas.
De esta forma sólo habían conservado el medallón central, quedando el escudo con cinco huecos donde encajaban las monedas que habían cedido a sus enemigos para lograr la paz.
Las cinco monedas habían sido repartidas y nunca más se habían podido juntar. Durante muchos años sus antepasados habían viajado por medio mundo buscando las monedas para volver a completar el escudo y recuperar la magia y el poder que habían perdido, pero a lo largo de todos esos años sólo habían recuperado una, que era la que llevada colgada la niña en el cuello.
Ana al oír esa historia de la boca de Altea se llevó las manos al bolsillo donde había escondido sus cuatro monedas. Marcos y ella estaban seguros de que poseían las cuatro monedas restantes del escudo.
Ahora sabían que tenían el mayor tesoro jamás imaginado para los habitantes de esas tierras. Tenían que pensar qué hacer y tomar una decisión.

¿Estaban soñando?

Todo tenía que ser un sueño, no podía estar ocurriendo aquello de verdad. ¿Cómo habían llegado hasta allí? ¿Cómo podían regresar a su casa con su familia?
Los dos estaban muertos de miedo y llenos de preguntas. Las monedas habían hecho que ambos llegaran a ese extraño lugar y no sabían el motivo. Ahora estaban presos y debían pensar en una solución.
Ambos llevaban sus monedas bien guardadas y empezaron a sacar conclusiones. El escudo que se había proyectado en la pizarra de la clase, era el escudo que presidía el castillo y que estaba presente en todas partes. Ana y Marcos sacaron las monedas y las pusieron sobre el suelo de tierra de la celda en la que se encontraban. Las cuatro tenían símbolos diferentes, lineas que se entrecruzaban y signos geométricos. Todas eran del mismo color y del mismo tamaño. Con un palo Marcos comenzó a hacer dibujos alrededor imitando las lineas que ambos habían visto proyectadas.
De pronto escucharon unos pasos que se acercaban y Ana escondió las monedas. Unos guardias iluminaron el interior de la mazmorra con unas antorchas. Era la niña que estaba junto al rey  Morlando cuando llegaron al castillo. Se acercó a las pesadas rejas de barrotes de hierro. Era una joven alta, algo desgarbada. Iba vestida con una capa larga y negra y se llamaba Altea. Tenía el pelo y los ojos oscuros. Su tez era muy blanca y le daba un aire enfermizo. Marcos se acercó para verla mejor y se sorprendió cuando vio  lo que la joven llevaba colgado al cuello. Era una moneda, igual a las que su profesora y él habían encontrado. La niña la llevaba colgada como si fuera una medalla. Altea se dio cuenta de que Marcos miraba su colgante y lo resguardó entre sus manos. Le  dijo que era el regalo que su padre le había hecho al cumplir 10 años. Ana se aproximó a la muchacha y le preguntó por el significado de la medalla. La niña se echó a reír, ¿cómo era posible que alguien en el reino no supiera que se trataba de la joya más valiosa que poseían, y que pertenecía al escudo del castillo?
Fue así como Marcos y Ana conocieron la historia de la moneda.

viernes, 26 de abril de 2013

Feliz fin de semana

Hola a todos, como parece que este fin de semana no va a hacer muy bueno, lo mejor es un buen libro.


lunes, 22 de abril de 2013

23 de abril

Día Mundial  del Libro y del Derecho de Autor. El 23 de abril de 1616 murieron Shakespeare y Cervantes.

Cualquier sitio es bueno para disfrutar de la lectura.


sábado, 20 de abril de 2013

jueves, 18 de abril de 2013

¡Qué imaginación tienen mis niños!

Todo iba de mal en peor. Desde que Marcos encontró la primera moneda, se habían sucedido un montón de acontecimientos inexplicables, sucesos que se escapaban de toda lógica.
Mientras esos extraños niños los conducían a no se sabe dónde, Ana pensaba en su hijito, y estaba muy preocupada. Su corazón iba a mil por hora. Anduvieron unos minutos y salieron del bosque. Desde la colina en la que se encontraban, se divisaban unos interminables campos de trigo que hacían olas como si de un mar amarillo, movido al compás del viento cálido y apacible, se tratara. Al fondo, en un alto, se erigía un majestuoso castillo, como los de de los cuentos, con 10 torres coronadas con grandes estandartes.
Profesora y alumno se miraron incrédulos. Conforme se acercaban, las dimensiones del castillo iban siendo más grandes. Anduvieron largo rato y por fin, llegaron al castillo. Traspasaron unas sólidas murallas y se adentraron en lo que parecía una aldea medieval.  Marcos y Ana no perdían detalle de todo lo que veían. Llegaron a unas enormes puertas custodiadas por guardias armados. Entraron en una gran sala en la que esperaron unos minutos. Los niños que los habían conducido hasta allí a punta de espada, se fueron. Marcos y Ana se quedaron con los guardias. En la pared del fondo de la sala había un gran tapiz con un escudo bordado. Este escudo aparecía en todos los estandartes y banderas que habían visto. De pronto Marcos se dio cuenta de que era el escudo que se había proyectado en la pizarra de clase. El niño miro a Ana y le hizo una señal para que se fijara en el escudo. Ana afirmó con la cabeza intentando decir a Marcos que ya se había dado cuenta.
De pronto irrumpió en la gran sala un caballero alto y fornido, seguido de una mujer elegante y bien vestida, una niña de unos 10 años y un montón de gente que los acompañaban.

Los guardias hicieron una reverencia y dieron unos pasos atrás. El hombre se presentó y dijo que era el Rey  Morlando, dueño y señor de esas tierras. El rey quería saber porqué Marcos y Ana habían irrumpido en sus tierras, de dónde venían y cuáles eran sus propósitos. Todos callaban esperando una respuesta, pero ni Marcos ni Ana sabían qué decir. No era fácil explicar que habían atravesado una pared como por arte de magia, que venían del siglo XXI, que estaban cansados, asustados y que no entendían nada. Su majestad, hombre de poca paciencia, al no obtener respuesta, mando encarcelar a los forasteros hasta que quisieran dar las explicaciones oportunas.
Asi es como Marcos y Ana dieron con sus huesos en las mazmorras del castillo.

domingo, 14 de abril de 2013

sábado, 6 de abril de 2013

70 años de PRINCIPITO





Se trata de uno de los libros más vendidos y su pequeño protagonista es conocido en el mundo
entero. El 6 de abril de 1943, hace hoy 70 años, se publicó por primera vez El Principito, en Nueva York, donde vivía entonces su autor, el escritor y piloto de guerra francés Antoine Saint-Exupéry.

El padre del pequeño no llegó a conocer el enorme éxito de su criatura literaria, que en un primer momento fue un fiasco. Saint-Ex, como le llamaban sus amigos, murió un año después de la publicación, a la temprana edad de 44 años. Siete décadas después, el libro, de apenas 100 páginas, es una de las obras no religiosas más vendidas de todos los tiempos. Su aniversario se celebrará con ediciones especiales en Estados Unidos, donde vio la luz por primera vez en la editorial Reynald & Hitchcock de Nueva York, en la Francia natal del autor, nacido en Lyon en 1900, o en Montréal, donde Saint-Exupéry solía reunirse con asiduidad con su editor, Bernard Valiquette.
 

miércoles, 3 de abril de 2013

Gracias

Muchas gracias por tu interés, me encanta tu respuesta y me ha hecho mucha ilusión.





Nefertari  CE 2