viernes, 28 de marzo de 2014

Parte II EL ESCRITOR QUE LLEVAS DENTRO

Hola a todos: Antes de empezar a leer el cuento de los viernes, os quiero explicar una iniciativa genial que han tenido los alumnos de CM2.

Los niños/as que han leído un libro interesante y que les ha gustado, lo presentan en clase y se lo prestan a otro compañero que también lo quiera leer. Básicamente es intercambiar libros entre los alumnos de la misma clase. Hemos puesto unas reglas que a todos les han parecido muy bien y se han comprometido en cumplirlas:

-Cuidar el libro, y si se pierde o estropea. comprar otro a su dueño.
-Devolver el libro en un plazo fijado por el dueño y la persona a la que se lo va a prestar.

Lo hemos puesto en práctica esta semana, y espero que haya muchos intercambios de libros. Os invito a que lo hagáis también en otras clases.

Os recuerdo que hoy es la segunda parte de la historia El escritor que llevas dentro 


Por otro lado también era posible que sus padres fueran como él. Quizás su madre era la cantante de un grupo de rock y su padre el batería. El chico se podía haber criado en un ambiente bohemio y el primer tatuaje se lo habría hecho con su padre una tarde antes de un concierto.

A mis padres no les gustaban los tatuajes, y a mí tampoco me entusiasmaba la idea de que una aguja atravesara mi piel para depositarme una tinta que nunca más iba a desaparecer. ¿Quién me aseguraría que el mono que me tatúo a los 20 años seguirá gustándome a los 40? y peor aún, ¿me seguirá gustando a los 60? ¡Seguro que no! Por ese lado mis padres pueden estar bien tranquilos. No pienso hacerme uno.

Estaba yo en esos pensamientos cuando me fijé en la cara de mi madre sonriente. Tenía sus ojos clavados en mi. Mi padre también se reía.
- Lo has vuelto a hacer, -me dijo mi madre sin dejar de sonreír-.
-No se a que te refieres, -le contesté perplejo-. En realidad no tenía ni idea de lo que estaba diciendo.
-Estás soñando despierto otra vez.-Dijo mi padre mientras tomaba su último sorbo de café-. Hace tiempo que tu madre te ha preguntado si habías terminado y tú ni tan siquiera te has inmutado. Esas cosas me solían pasar. Me imaginaba historias y desconectaba totalmente del mundo real.
-Bien, ¿Nos podemos ir? -Me repitió mi madre dulcemente-.
-Sí claro, cuando queráis, yo ya he terminado.

Cuando salíamos, en la puerta de la cafetería, mis ojos se cruzaron con el chico de los tatuajes y entonces, tuve claro su verdadera historia. Pero ahora no tengo tiempo de contarla, tengo que ir al supermercado con mis padres.

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