viernes, 17 de enero de 2014

Zummmmmmm

Es uno de esos días en los  que da gusto volar libre entre las flores. Sol reluciente y brisa apacible que me facilita el trabajo. Un prado repleto de flores en pleno apogeo que me brindan su néctar y se mecen al compás del viento. No puedo pedir nada más. Soy joven, fuerte y hago lo que me gusta. Recolecto para alimentar a mi colonia. No tengo prisa, sólo ganas de volar y de probar los distintos jugos de las plantas.
Voy de un lado a otro zumbando cerca de las flores, recolecto el néctar y lo llevo a mi colmena.
Soy una abeja obrera y me encanta, soy muy útil para mi comunidad. Busco alimento, construyo la colmena, la protejo, limpio…
Me llamo Zumm y hago una danza especial para avisar a mis compañeras que he encontrado un campo repleto de flores o informarlas de un peligro, como la presencia de humanos. Sólo ellas pueden interpretar mis movimientos. Los humanos creen que estamos volando tranquilamente, pero en realidad nos estamos comunicando.
Tengo suerte porque hoy no hay ningún humano cerca que se ponga a gritar histérico cuando me ve.
El último animal de dos patas en el que me posé comenzó a dar saltitos moviendo los brazos y gritando:
-¡Que alguien me la quite de encima por favor! ¡Socorro, que alguien me ayude!
Me entraron ganas de clavar mi aguijón en su nariz por escandaloso, pero me dio pena y seguí tranquilamente mi tarea.
Si alguna vez te cruzas con una abeja, no grites, no corras, no sacudas los brazos ni pierdas la calma. Tan solo contémplala e intenta descifrar su mensaje.

Silvia González

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